jueves, 11 de septiembre de 2008

Por un puñado de dolares


Hoy no me queda mas remedio que hacer de espejo del blog de mi querida amiga Noelia http://misscigarria.blogspot.com/, y transcribir exactamente el articulo que expone en él, quizás las ampollas ya han reventado y el pus pulula por el ambiente ¿quien lo sabe?



Consecuencias del Síndrome de Alienación Parental

Paola Ortega


Cada vez hay más divorcios con hijos y en la mayoría de los casos los conflictos son la norma. Éste suele ser el lugar en el que nace el Síndrome de Alienación Parental (SAP), un proceso en el que uno de los progenitores manipula a los hijos para que odie a uno de sus padres.Tanto las mujeres como los hombres pueden estar afectados por el mismo. No es una cuestión de género. "Un niño que tiene SAP es equivalente a un niño que ha sido abducido por una secta, utilizan las técnicas de lavado de cerebro." sentencia Francisco Fernández Cabanillas, Presidente de la Asociación Nacional de afectados del SAP.El término fue propuesto por el doctor en psiquiatría Richard A. Gardner en 1985, tras estudiar las consecuencias de los hijos en divorcios conflictivos. Estos niños crecen con la ausencia de una de las figuras paternas. Sin embargo, "es un tipo de síndrome demasiado nuevo en la literatura científica y las consecuencias se están empezando a ver y a estudiar ahora." comenta Fernández Cabanillas.


¿Cómo identificar a un niño alienado?

El progenitor alienador confía a su hijo todos los sentimientos negativos y las malas experiencias vividas con el progenitor ausente. El hijo va absorbiendo poco a poco toda esta negatividad y piensa que debe quedarse con el alienador.Estos niños suelen tener odio hacia el progenitor alienado (hay varios niveles de SAP); además, el hijo afirma que nadie le ha influenciado y que ha tomado él solo esa postura. También suelen hacer auténticas campañas de denigración contra el padre alienado. Niveles de SAPHay varios niveles de alienación parental. El presidente de la Asociación Nacional de afectados al SAP lo explica muy bien: "Si una madre dice delante de los niños que menudo padre tienen porque está en el bar con los amigos, inculca, quizás sin quererlo, una imagen negativa del mismo a los hijos". Esto sería un nivel bajo del síndrome. Si esta situación se da de una forma más extrema las consecuencias pueden ser muy negativas.


¿Qué dice la OMS?

No se han pronunciado todavía sobre este tema. "El valor del SAP lo ha dado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que en el año 2000 dictó una sentencia que dice que cuando hay separación o divorcio los peritos tienen que ver si el niño está expuesto al síndrome de alienación" agrega Francisco Fernández, el presidente de la Asociación Nacional de afectados del SAP.La realidad, sin embargo, es que cada vez hay más niños afectados por este síndrome que comienza a ser una práctica habitual en los procesos de separación.


Los comportamientos clásicos de un progenitor alienador


1. Rehusar pasar las llamadas telefónicas a los hijos.

2. Organizar varias actividades con los hijos durante el período que el otro progenitor debe normalmente ejercer su derecho de visita.

3. Presentar al nuevo cónyuge a los hijos como su nueva madre o su nuevo padre.

4. Interceptar el correo y los paquetes mandados a los hijos.

5. Desvalorizar e insultar al otro progenitor delante los hijos.

6. Rehusar informar al otro progenitor a propósito de las actividades en las cuales están implicados los hijos (partidos deportivos, actuaciones teatrales, actividades escolares...)

7. Hablar de manera descortés del nuevo cónyuge del otro progenitor.

8. Impedir al otro progenitor el ejercer su derecho de visita.

9. "Olvidarse" de avisar al otro progenitor de citas importantes (dentista, médico, psicólogo...)

10. Implicar a su entorno (su madre, su nuevo cónyuge...) en el lavado de cerebro de los hijos.

11. Tomar decisiones importantes a propósito de los hijos sin consultar al otro progenitor (elección de la religión, elección de la escuela)

12. Cambiar (o intentar de cambiar) sus apellidos o sus nombres.

13. Impedir al otro progenitor el acceso a los expedientes escolares y médicos de los hijos

14. Irse de vacaciones sin los hijos y dejarlos con otra persona, aunque el otro progenitor esté disponible y voluntario para ocuparse de ellos.

15. Contar a los hijos que la ropa, que el otro progenitor les ha comprado, es fea, y prohibirles de ponérselo.

16. Amenazar con castigo a los hijos si se atreven a llamarle, a escribirle o a contactarse con el otro progenitor de la manera que sea.

17. Reprochar al otro progenitor el mal comportamiento de los hijos.


Los tres estadios de la enfermedad del hijo


Estadio I ligero

En este estadio, las visitas se pasan en general de manera calma, con un poco de dificultades en el momento del cambio de progenitor. En cuanto el hijo está con el progenitor alienado, las manifestaciones de la campaña de denigración desaparecen o se hacen discretas y raras. La motivación principal del hijo es conservar un lazo sólido con el progenitor alienador (GARDNER3, §20)


Estadio II medio

El progenitor alienador utiliza una gran variedad de tácticas para excluir el otro progenitor. En el momento de cambio de progenitor, los hijos, que saben lo que el progenitor alienador quiere escuchar, intensifican su campaña de denigración. Los argumentos utilizados son más numerosos, mas frívolos y mas absurdos. El progenitor alienado es completamente malo y el otro completamente bueno. A pesar de eso, aceptan irse con el progenitor alienado y, una vez totalmente aislados del progenitor alienador, se ponen más cooperativos. (GARDNER3, §27 y 28)


Estadio III grave

Los hijos están en general perturbados y a menudo fanáticos. Tienen los mismos fantasmas paranoicos que el progenitor alienador hacia el otro progenitor. Pueden entrar en pánico por la sola idea de tener que visitar al otro progenitor. Sus gritos, su estado de pánico y sus explosiones de violencia pueden ser tales que visitar al otro progenitor llega a ser imposible. Si a pesar de eso se van con el progenitor alienado, pueden huir, paralizarse por un miedo mórbido, o adoptar una actitud contínua tan provocadora y destructora, que llega a ser necesario llevarlos de vuelta con el otro progenitor.Aun separándolos del universo del progenitor alienador durante un período significativo, es imposible de reducir su miedo y su cólera. Todos estos síntomas refuerzan aún más el lazo patológico que tienen con el progenitor alienador (GARDNER3, §38)


La pregunta que surge es inmediata: ¿Cómo puede uno de los padres hacer daño a los hijos, si probablemente sea lo que más quiere en esta vida? «Bastante gente no sabe resolver bien los conflictos y se utiliza mucho a los niños», se lamenta Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía de Menores de Madrid, patrono de Unicef y primer Defensor del Menor de esa comunidad. En nuestra sociedad cada vez es más frecuente que las parejas se separen. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2004 se produjeron 57.000 separaciones y 35.000 divorcios y, como confirma Urra, en la mayoría de los casos se producen conflictos. Cuando hay hijos de por medio, la mayor parte de las custodias recae en las mujeres, «en un 95% de los casos», subraya Aguilar. Es por esta razón que las mujeres son habitualmente las personas alienadoras en el SAP. «Sólo es estadística porque los hombres también alienan, pero se debe disponer de tiempo para hacerlo, y hoy en día quien lo tiene es la persona que custodia, que en la mayoría de los casos es la madre», explica Aguilar.


«El hijo crece con una absoluta desconfianza hacia su propio juicio y se entrega a la tiranía del déspota alienador»


El proceso puede tener como detonante que uno de los padres rehaga su vida sentimental o que el alienador sienta que ha perdido su lugar ante los hijos. Entonces el progenitor alienador se marca como objetivo alejar a la expareja de sus hijos y empieza a influir en ellos. Como consecuencia, los niños caen un conflicto de lealtades y no quieren dar la razón ni a uno ni a otro. «Aunque intentan hacer dos mundos, tienen un aguante, que rápidamente revienta», dice Aguilar. «Al menor se le obliga a olvidar y a negar lo que ha vivido y, por otro lado, a aceptar las mentiras como ciertas, lo que separa al niño de la realidad. Aunque esté acreditado con vídeos y testimonios, el niño ha borrado de su mente ciertas vivencias y, por el contrario, cuenta cosas como que le pegaba unas palizas horribles cuando tenía un año y medio, aunque eso no ha existido jamás, porque un niño de año y medio no se puede acordar», añade el experto. «El hijo crece con una absoluta desconfianza hacia su propio juicio y se entrega a la tiranía del déspota alienador», recalca Julio Bronchal, psicólogo y especialista en maltrato infantil.


De repente, el hijo o la hija a cargo del padre o madre que tiene la custodia deja de querer estar con el otro progenitor y su familia, incluso le llega a insultar, y es característico que comience a emplear palabras y expresiones de adulto. Mientras tanto, el otro progenitor no sólo tiene que aguantar todos los desprecios de sus hijos, sino que se encuentra con dificultades para verlos y con «falsas denuncias de maltrato hacia la pareja o de abusos a los hijos», explica Bronchal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No tengo palabrss, ya lo has dicho todo. ¿por qué esos padres se empeñan en hacer pagar su propias frustraciones sobre sus hijos? Es inexplicable.
Siento impotencia

gotasdevida dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.